Como catalanes que por diferentes razones
vivimos fuera de Cataluña, queremos defender nuestro derecho a no ser
extranjeros en el país del que formamos parte. Nuestro derecho a no ver incrementados
nuestros problemas por obsoletas fronteras legales, comerciales, identitarias o
culturales…
Este no es un manifiesto patriótico, no lo es
pero reivindicamos la unidad política del Estado Español como aglutinante de
una realidad económica, social y emocional a cuyo servicio está el Estado, y no
al revés.
Tan respetables como los sentimientos son los
intereses individuales. Y creemos que los intereses de los catalanes son necesariamente
compatibles con los de los españoles. Y lo creemos así porque los estados no se
edifican sobre la nada, sino sobre la suma de generaciones y generaciones de
intereses individuales que configuran familias, mercados, usos, maneras de ser,
para finalmente fraguar en un bien común.
España, como Europa, es un interés recíproco.
Con sus imperfecciones y posibilidades de mejora. Con sus limitaciones y
potencialidades. Exigimos que antes que poner en riesgo la realidad política
que nos ha permitido alcanzar unas envidiables cuotas de libertad, progreso y desarrollo,
los partidos postulantes de la secesión se dejen de agitar calles, emociones y
banderas y hablen claro. Que expongan las ventajas y los inconvenientes. Cuál
es el encaje de sus proyectos en los intereses de los ciudadanos. Cómo nos
afectará a los derechos cívicos y sociales, a la economía, a la sanidad, a la
educación… El resto son palabras.
Pedimos que no se nos deje de lado en el diseño
de nuevos marcos legales para Cataluña y España. Cuando nos instalamos fuera de
Cataluña nadie nos dijo que tal vez deberíamos volver como extranjeros y
trabajar con un NIE. Al contrario, crecimos y vivimos en el convencimiento de heredar
de nuestros padres un espacio laboral, jurídico y de convivencia que nos
permitía ubicarnos en cualquier punto de España con plenitud de derechos, tal
como generaciones de trabajadores hicieron antes. Cataluña en esto ha sido
ejemplar.
Guste o disguste, conviene advertir que en los
tiempos modernos la soberanía no se basa en la mera la voluntad de ser, sino en
el reconocimiento internacional a través del pacto. En el mismo momento en que
una parte se arroga unilateralmente el derecho a trazar fronteras, la comunidad
internacional debe intervenir para clarificar en qué condiciones y quién puede —sí realmente es que puede— ejercer ese derecho.
Nosotros los unionistas apostamos por esta vía.
En definitiva, exigimos saber qué ventajas reales y concretas se derivan del
secesionismo. Exigimos ser parte activa en el diseño de cualquier futuro marco soberano
tanto para Cataluña como para España y Europa. Instamos a que España defienda los
legítimos intereses de los españoles en la preservación de una unidad legal,
económica y social que nos ha sido legada por nuestros padres. Como ciudadanos
europeos, apelamos a Europa a evitar taxativamente cualquier unilateralidad en
ese proceso.
Apelamos a nuestros compatriotas catalanes a ser
valientes, prudentes y sabios para rehuir la tentación de cargar nuestros
problemas en ningún chivo expiatorio.